Nos enorgullece haber estado en París en diciembre de 2015, cuando los y las representantes políticos mundiales se reunieron para actuar de forma coordinada: adoptaron un marco global para luchar colectivamente contra el cambio climático y se comprometieron a mantener el aumento medio de la temperatura mundial muy por debajo de los 2º centígrados. Este fue un momento histórico que duró muchos años. Sin embargo, París no fue el final, sino solo el comienzo.
Con la publicación del último informe del Grupo intergubernamental de expertos sobre el cambio climático (IPCC, por sus siglas en inglés), el consenso entre la comunidad científica mundial no podría ser más claro: nuestro mundo ya está sufriendo los efectos devastadores del cambio climático y el tiempo apremia para actuar con el fin de evitar consecuencias aún más catastróficas.
Desde sequías y devastadores incendios forestales hasta las rápidas subidas del nivel del mar y los huracanes más violentos, las verdaderas víctimas del calentamiento del planeta no son solo los osos polares y las capas de hielo, sino también los seres humanos.
Sin embargo, los efectos del cambio climático no se manifiestan de la misma manera. La triste paradoja del cambio climático radica en quienes viven en el los países del sur global -aquellos que menos pueden permitirse el lujo de adaptarse- sufrirán el precio más alto como consecuencia de los 200 años de industrialización y contaminación de los países del norte global. Se trata realmente de una cuestión de justicia climática.
Aunque sabemos que el tiempo es breve para tomar medidas, la buena noticia es que sabemos lo que tenemos que hacer y disponemos de la tecnología para lograrlo. Disponemos de todas las herramientas necesarias para actuar gracias a las fuentes de energía renovables como la eólica y la solar, a los avances en la eficiencia energética en hogares y oficinas, a los vehículos eléctricos e infraestructuras de recarga, y a la agricultura regenerativa que puede capturar la contaminación por gases de efecto invernadero.
El reciente informe del IPCC indicaba que evitar los peores impactos del cambio climático y mantener el calentamiento por debajo de 1,5 grados centígrados «requeriría cambios rápidos, profundos y sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad». Si bien esto puede parecer desalentador, también representa una oportunidad para transformar nuestra economía y nuestra población activa en la economía de energía limpia del futuro.
Si se derrite, se arruina. Es cierto para el helado, y es cierto para el planeta. Se está acabando el tiempo para evitar los impactos más catastróficos del cambio climático manteniendo el aumento de la temperatura por debajo de 1,5ºC, pero a medida que reconstruimos nuestras economías dañadas por la pandemia de COVID-19 tenemos una posibilidad de construir una más justa, equitativa y sostenible.
Las respuestas a todos los niveles deben mantener estos cinco principios:
Entendemos que la huella de gases de efecto invernadero derivada de la elaboración de helados es significativa. Cada medio litro de helado que elaboramos produce aproximadamente 2 lbs (0,9 kg) de gases de efecto invernadero. Hemos trabajado duro a lo largo de los años para reducir nuestras emisiones en todos los niveles de nuestra cadena de suministro. Hemos instalado un sistema de paneles solares en nuestra fábrica de Waterbury, Vermont, que genera un tercio de la electricidad de esa instalación. Hemos instalado un biodigestor en nuestra fábrica de Hellendoorn en los Países Bajos que convierte los residuos de helados de los procesos de fabricación en energía limpia que ayuda a alimentar la planta, y hemos ayudado a ser pioneros en la tecnología de congeladores respetuosos con el medioambiente (es decir, libres de hidrofluorocarbonos, HFC). Pero para ser sinceros, no es suficiente y queda mucho más trabajo por hacer.
Ben&Jerry's acaba de adoptar una nueva meta en materia de protección del clima en toda nuestra cadena de suministro. La propuesta forma parte de un movimiento cada vez mayor llamado Iniciativa Science Based Targets, una colaboración entre CDP, el Pacto Mundial de las Naciones Unidas (UNGC, por sus siglas en inglés), el Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés), el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) y uno de los compromisos de la We Mean Business Coalition. El SBTi ayuda a las empresas a establecer objetivos en consonancia con la ciencia climática más reciente, de modo que nosotros, como comunidad empresarial, podamos hacer nuestra parte para mantener el calentamiento por debajo de los 2ºC.